Editorial

La región ante Venezuela

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La deriva del régimen de Nicolás Maduro en las últimas semanas no hace más que confirmar que el calificativo de “dictador”, empleado hace unos días por el Presidente uruguayo, es el único aplicable al líder chavista. A pesar de que el año pasado había hecho compromisos respecto de permitir elecciones presidenciales libres y abiertas en 2024 -con el ostensible fin de que EEUU aliviara algunas sanciones económicas, lo que consiguió-, Caracas desconoció las primeras opositoras y mantuvo la inhabilitación de la ganadora (María Corina Machado), además de anunciar que cuando los comicios tengan lugar, no permitirá la visita de observadores de la Unión Europea, justamente por criticar dicha exclusión.

Las cosas sólo han empeorado desde entonces. La semana pasada fue detenida la abogada defensora de los DDHH Rocío San Miguel, sin que por varios días se informara su paradero. Emulando repudiables prácticas intimidatorias de otras dictaduras -y ya frecuentes en Venezuela-, también fueron detenidos la hija, dos hermanos y dos exparejas de la profesional (luego los cinco fueron liberados condicionalmente). El Gobierno ordenó, asimismo, la salida de los funcionarios de la oficina de DDHH de la ONU en Venezuela.

Por último, a nivel regional el país caribeño agrava su rol desestabilizador. Si el chavismo ya había creado una crisis humanitaria y económica interna cuyos efectos de migración descontrolada y exportación del crimen organizado se han tornado un serio problema para sus vecinos, ahora los movimientos de tropas venezolanas en la frontera con Guyana agregan un elemento nuevo, y de otro orden de magnitud como amenaza: la posibilidad de una guerra por territorio en América Latina.

En la retórica de los líderes latinoamericanos, dos conceptos se repiten con tanta insistencia como escaso efecto: defensa de la democracia y cooperación regional. Así como EEUU ha reimpuesto las sanciones contra el régimen, también la región debe empezar a tomar medidas colectivas que, a estas alturas, no son sólo un castigo al chavismo, sino un mecanismo de autoprotección.

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